Un hombre, «el joven y buen patrón», regresa en busca de su pasado a la tierra que lo vio nacer: montañas, ríos bravos, selvas vírgenes y paisajes producto de la lucha de «su raza» contra el monte. En ese mundo rural, aparentemente ajeno al destino de quien como él «nació para ser importante», conoce el amor simple y sin condiciones; descubre la grandeza de la aldea: de seres cuyo tiempo lo marcan las lluvias, los veranos y las cosechas, de historias en boca de aventureros, guerreros, poetas, arrieros o feligreses.
En un entorno que es invitación a la evocación y a la nostalgia entiende el joven, también, lo inevitable: la tierra, como el amor, se pierden.
La tierra éramos nosotros, publicada por primera vez en 1945 y escrita por Mejía Vallejo a sus escasos veinte años, marcó el surgimiento de una de las grandes figuras de la literatura colombiana. Esta novela captura la esencia de «las gentes de montaña», de los paisajes, las afugias, las alegrías y las tristezas que los configuran; de los dilemas propios de la errancia y la búsqueda de libertad que, tantas veces, trunca vidas, amores y destinos.