A Alejandro Gaviria la inminencia de la muerte le devolvió la vida.
Hace casi un año le diagnosticaron un linfoma. En un comienzo los médicos pensaron que se podría enfrentar fácilmente, pero no fue así. Gaviria lo superó con un tratamiento agresivo. Durante el proceso recibió el apoyo y la solidaridad de miles de colombianos, y los dardos de algunos creyentes que le dijeron que lo que le pasaba era consecuencia de su ateísmo impenitente. En este libro reflexiona sobre lo que vivió, que lo afianzó aún más en su escepticismo religioso, y lo conecta con algunos de los temas que han pasado por su despacho en el Ministerio de Salud. Es un ensayo que mezcla su vivencia personal y profesional con la poesía, la que considera la única religión que le va quedando a los hombres, y la literatura.