Esta apabullante novela, que supone la consagración de Rita Indiana como narradora, tiene tantas capas de lectura y tantos giros fascinantes que rehúye toda síntesis, todo encorsetamiento. Es más, solo cabe una invitación entusiasta a su lectura. La historia arranca en el apartamento de la santera y asesora del presidente dominicano Esther Escudero, llamada Omicunlé desde que, en un rito afrocubano, se convirtiese en servidora de la diosa del mar Yemayá. La deidades afroantillanas que habitan el mar Caribe, la música tradicional y la electrónica, el sexo en todas sus formas, los bucaneros o los grabados de Goya son otros de los cimientos de esta obra.