La Revolución francesa fue un extraordinario experimento político, un intento de hacer tabla rasa con el pasado y crear un régimen nuevo conforme a los intereses de la burguesía y con los ideales de la filosofía más avanzada del siglo XVIII. Las jornadas revolucionarias de 1789 y la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano resonaron en toda Europa, e incluso más allá, anunciando una nueva era en la historia de la humanidad.