Mirar. Ser visto. Ahondar en el conflicto de cuáles son los ojos y las razones desde las que se observa cuando el mirar y el ser visto están inscritos en el mundo patriarcal antioqueño. En la dialéctica de esta constitución de la realidad está en juego buena parte de la narrativa que Lina María Parra Ochoa ofrece a los lectores.
En una medida u otra, los cuentos de Malas posturas construyen un universo en torno a la conciencia de la incorporación feminista. No es el feminismo de clarado y constituido. Es una afiliación lenta y paulatina; una educación y una comprensión moral, lo que hace que sea una conquista sólida; una impugnación airosa al entorno sociocultural.
Juan Álvarez
Desde el título del libro que los contiene, hay en estos cuentos una provocación que también es un llamado y una advertencia: forman un todo que se lee, como dicen, con el alma en vilo; porque en ellos muchas certezas se rompen, porque desde ellos se nos desvela toda la dureza de crecer en una cultura que no ama a las mujeres, y de hacerlo con cuerpo de mujer que adempas se sabe roto. Sin embargo, la fragilidad que encarnar estos bellos personajes no les impide la valentía, ni quien narra se permite concesiones. los personajes son heroicos en la medida en que lo son quienes pueden ver en la oscuridad por la que atraviesan, sin retroceder. Esta oscilación entre la mirad que es crítica y no se da coba y una belleza luminosa, casi tierna, hacen de esta escritura una de las más esplendorosas, serias y logradas entre los escritores jóvenes en nuestro país.
Claudia Ivonne Giraldo.