¡Qué difícil es acariciar las plumas de un ángel! Por muy cerca que esté, rehúye el roce; Por miedo a que lo atrapes, Da vueltas, regresa su aleteo inaudible, Es el único sonido que puede producir. Ellos, los ángeles, no saben hablar, No son adecuadas las palabras Para su expresión, Su mensaje mudo es la presencia. Suelen acercarse Para envolverte con su aura, Pero enseguida se alejan, atemorizados por la intimidad, Protectores, pero no familiares, Dejan siempre una distancia por la que Mis palabras se arrastran para alcanzarlos, Sin saber si no son demasiado débiles para llegar a su oído. ¡El handicap de la fe!: No saber si te están escuchando, ni si escuchas. De todos los sentidos sólo queda el sueño táctil De acariciar, sin asustarlo, las plumas de un ángel Qué difícil es acariciar.