«No hay marca en la pared para medir la precisa estatura de las mujeres. No hay medidas que determinen las condiciones de una buena madre o el cariño de una hija, la fidelidad de una hermana o la capacidad de una ama de llaves», comenta Virginia Woolf en este ensayo, pero lo que también nos dice es que para escribir una novela una mujer tiene que tener un cuarto propio y comida caliente; en resumen, tener una vida propia e independiente.
Lejos de ser un alegato furibundo contra los hombres, Un cuarto propio es un elegante ensayo que ya en 1929 ponía sobre la mesa unos temas que aun hoy son objeto de debate, como la dependencia económica de la mujer con respecto al hombre, el cuidado de una familia y la figura de la mujer como musa inspiradora del artista pero con poca presencia en la práctica de la creatividad.
Este ensayo, publicado ya repetidas veces en España, se presenta ahora de forma nueva, en traducción de Jorge Luis Borges, con prólogo de Kirmen Uribe y espléndidas ilustraciones de la joven dibujante norteamericana Becca Stadtlander.