En los salones de billares de Medellín donde juegan los muchachos, en los cafés donde hacen negocios los mayores y en las cantinas donde beben todos aguardiente, en los barrios ricos y en los barrios pobres, por dondequiera, una partida de depravados se apodera de la ciudad, hacen de ella lo que se les da la gana y al final la queman. De El fuego secreto no se salva nadie.
En esta segunda novela de la pentalogía El río del tiempo, el niño inocente de la primera pierde la inocencia.