La primera novela de Manuel Mejía Vallejo, escrita cuando tenía 20 años de edad, muestra ya la emoción y los motivos de su obra posterior. La venta de la finca paterna es la piedra de toque para una narración llena de vida, de preguntas y de ideas que nos muestran a un escritor ya muy consciente de lo que será su oficio.
Si toda primera novela contiene una semilla, y de alguna manera propone un camino, esta está plagada de preocupaciones musicales, idiomáticas, simbólicas por el significado de esa oposición entre el campo y la ciudad, entre el pasado y el presente, entre la memoria y el olvido.
Esta novela, publicada hace casi ochenta años, es de una actualidad pasmosa: la tierra, el gran tema colombiano del siglo XX y el XXI, que no se ha resuelto y que persigue a quienes la han abandonado, desplazado o perdido, se muestra de manera espléndida en cada una de sus páginas. La tierra somos nosotros.